En el último año, las demandas de la ciudadanía movilizada han sido múltiples y una de las principales dice relación con el correcto desempeño de funcionarios y funcionarias del Estado, asumiendo especial relevancia el cumplimiento de las labores en el marco de la ley y bajo el principio de transparencia. Al respecto, el derecho penal cumple un rol fundamental, pues permite sancionar a funcionarios públicos que incurran en conductas no deseadas.
En principio, los delitos más conocidos en esta materia son aquellos que implican un provecho económico, aún cuando exista todo un estatuto de delitos relacionados con funcionarios públicos. Estos delitos no sólo pueden iniciar procesos penales, sino que también pueden dar apertura a procedimientos administrativos, de modo que es importante conocer de qué tratan, y cuáles son sus aspectos más problemáticos.
¿Qué son los delitos funcionarios?
Según la definición del Ministerio Público, los delitos funcionarios, también conocidos como delitos de corrupción, son todas aquellas conductas ilícitas cometidas por funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos, o aquellas que afectan el patrimonio del Fisco en sentido amplio Por su parte, el concepto penal de corrupción alude únicamente a la desviación del interés general en el ejercicio de actividades que la ley asigna a un órgano público.
¿Qué se busca proteger con los delitos funcionarios?
Como señalamos anteriormente, lo que se busca proteger es “la probidad administrativa”, esto es, la correcta administración del Estado por parte de los funcionarios públicos, que son quienes ejercen esa función. Al respecto, el Estado de Derecho busca resguardar el vínculo de confianza entre la ciudadanía y quienes se encuentran ejerciendo la labor pública, de modo que resulta absolutamente relevante proteger este bien jurídico.
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